Ante la sentencia del Tribunal Constitucional que avala la financiación con fondos públicos de la educación que segrega por sexos, desde el Sector de Enseñanza y la Secretaría de Mujer y Políticas Sociales de FeSP-UGT consideramos fundamental plantearnos cinco preguntas claves para pensar en el objetivo que tiene la educación de garantizar las mismas oportunidades entre mujeres y hombres, la educación en igualdad y la prevención de la violencia de género.
1.- ¿Es necesaria la escuela mixta en el desarrollo de la igualdad?
El modelo de escuela mixta ha puesto en evidencia que la educación conjunta de alumnos y alumnas es un paso necesario para erradicar la discriminación por razón de sexo en la educación y que es el único camino para educar en relaciones de respeto e igualdad. La escuela es un entorno de formación que garantiza el desarrollo de las múltiples facetas psico-sociales, enseñando el significado de la ciudadanía en contextos diversos. Las ventajas de una educación integradora, es que puede poner en práctica, y desde los primeros años de vida, los valores de igualdad, enseñando a convivir, a comprometerse contra las situaciones de discriminación y a desarrollar valores democráticos.
Los centros mixtos permiten desarrollar estrategias de comunicación, negociación de conflictos, empatía, desarrollo de habilidades de cooperación entre los alumnos y alumnas que no se pueden poner en práctica en los centros segregados por sexos.
Las cifras nos muestran que desde que se instauró la educación mixta, el avance de la matrícula de las mujeres en todos los niveles y ámbitos académicos, ha sido realmente extraordinario. La educación mixta es una condición fundamental para avanzar hacia la coeducación. El desarrollo del principio de coeducación garantiza el fomento y el desarrollo efectivo de la igualdad de derechos entre hombres y mujeres, y contribuye a la cohesión social e igualdad de oportunidades entre personas de distintos sexos. Por esta razón, cambiar las leyes y separar a alumnos y alumnas es un gran retroceso.
2.- ¿Es suficiente la educación mixta para educar en igualdad?
No, pero sí imprescindible para abrir un proceso coeducativo que remueva los obstáculos que impiden una verdadera educación en igualdad. Es desde el encuentro desde donde construiremos los cimientos de una sociedad más justa e igualitaria. La segregación no hace sino distanciarnos. La educación mixta es el único camino para desarrollar estrategias que eviten la discriminación y nos lleven a la igualdad de oportunidades.
3.- ¿La educación segregada evita las situaciones disfuncionales y la violencia?
El sentido común nos dice que la solución no es separar para evitar el conflicto, sino enseñar a gestionarlo de forma positiva, desde una educación relacional que ayude al alumnado a desarrollar habilidades de empatía, escucha y control sobre las propias emociones. La educación segregada aparta una realidad que si no es tratada aparecerá con más intensidad en años posteriores. Recordemos que la violencia de género existe en todas las clases sociales y culturales. El hecho de tener una alta cualificación académica o profesional no ha impedido desarrollar comportamientos de violencia machista. La gravedad de esta lacra social que se cobra anualmente la vida de muchas mujeres, debe hacernos reflexionar sobre la importancia de educar para su prevención.
En el contexto educativo se debe visualizar el conflicto, ofreciendo las herramientas para solucionarlo con estrategias de diálogo y no violencia. Evitar la situación, no hace que desaparezca, de la misma forma que ignorar una enfermedad no nos hace inmunes a ella.
4.- ¿La libertad de elección de las familias está por encima de la obligación del Estado de garantizar una educación adecuada al consenso democrático y de igualdad?
El Estado tiene la obligación de velar por una educación de calidad que no discrimine. Si la elección de las familias está por encima del deber del Estado del que formamos parte el conjunto de los ciudadanos y ciudadanas, abrimos la puerta a todo tipo de centros con intereses e ideologías particulares que pueden estar en contradicción con los valores democráticos.
5.- ¿A quién beneficia la educación segregada por sexos?
Desde nuestro punto de vista a nadie, porque encapsula en una realidad ficticia a chicos y chicas, privándoles de la posibilidad de aprender en contextos mixtos y diversos. La escuela inclusiva abre las puertas a la igualdad de oportunidades, pero también al enriquecimiento personal a través de la relación con personas muy diversas, personas con las que compartirán espacios profesionales, culturales, de amistad o ciudadanos en un mundo interconectado. La separación tan solo lleva al empobrecimiento y al aislamiento. Los defensores de la escuela diferencial argumentan que el contacto se establece en otros espacios sociales como la familia o el barrio. Recordemos que la escuela es una de las instituciones que desarrollan una función socializadora y de transmisión de valores. La segregación conlleva el desarrollo de estereotipos de género que no pueden refutarse con el encuentro cotidiano y la transmisión de valores que subrayan las diferencias entre mujeres y hombres. Las consecuencias son un empobrecimiento personal y una pérdida a nivel social. Es paradójico que en un momento como el actual, en el que las mujeres y hombres comparten todos los ámbitos académicos y profesionales, la escuela diferencial quiera hacer un quiebro en el camino de la igualdad y volver a levantar barreras que han sido derrumbadas por la consecución de la igualdad y no discriminación contra las mujeres.
Otro de los argumentos que se han subrayado es el fracaso escolar de los chicos, frente al éxito escolar de las alumnas.
Desde la sociología de la educación se señala que el problema de los alumnos no es la presencia de chicas en la clase, sino todo un proceso de cambio que tiene que ver con la definición de las nuevas masculinidades. La identidad tradicional se está encontrando con nuevos retos y desafíos que necesitan respuestas adecuadas a la realidad actual.
Las cifras nos muestran un mayor rendimiento por parte de las alumnas en el ámbito académico. Sin embargo, la trayectoria de las mujeres continúa presa de una socialización estereotipada, ya que mayoritariamente siguen eligiendo aquellos estudios que responden al papel tradicional de la mujer, y abandonan antes los estudios postdoctorales.
Es evidente que tenemos que seguir trabajando para garantizar el pleno desarrollo tanto de los alumnos como de las alumnas. El currículo oculto continúa ejerciendo un importante papel en la transmisión de valores sexistas y es preciso el desarrollo de programas coeducativos que garanticen la educación en igualdad. Pero la solución no pasa por la separación, sino por el desarrollo de programas específicos de formación inicial y continua del profesorado, la revisión de los libros de texto, la utilización del lenguaje no sexista, los programas de orientación profesional no sexista y una formación afectivo-sexual que profundice en los cambios que alumnos y alumnas están experimentando y les enseñe las estrategias adecuadas para el desarrollo de identidades autónomas y seguras que puedan relacionarse desde la igualdad.