La presidenta Isabel Díaz Ayuso anuncia a bombo y platillo, a través de redes sociales y de su cuenta personal de Twitter, que la Comunidad de Madrid ha habilitado plazas hoteleras para personal sanitario que trabaja con enfermos de coronavirus, tanto para quienes proceden de otras comunidades, como para los que, residiendo en Madrid, quieren evitar el riesgo de contagiar el virus, al que están expuestos diariamente, a sus familias.
Lo que no dice la Presidenta en tan vistosa iniciativa es que esta medida no incluye a los olvidados, a los invisibles, a los que nunca se nombran, a los que no alcanzan los aplausos, como denuncia UGT (https://aqui.madrid/residencias-de-a-m-a-s-donde-no-llegan-los-aplausos/). Esta alternativa habitacional no incluye al personal socio sanitario de los Servicios Sociales que trabaja en las residencias de mayores, menores y discapacidad.
Hablamos de profesionales que se están dejando la piel en las residencias, trabajando en unas condiciones durísimas, con escasos y muchas veces inadecuados equipos de protección individual, lidiando de manera heroica con una abrumadora falta de personal y sin pruebas diagnósticas para detectar el COVID-19, (tampoco se las realizan a residentes). Estas personas que responsablemente siguen trabajando en sus residencias, con verdadera vocación de servicio público regresan a sus casas cada noche y cada día, sin saber si llevan “al bicho” con ellas, con el miedo de contagiar a sus familias y se encuentran con una negativa del Gobierno de la Comunidad de Madrid cuando piden ayuda..
Ana (nombre ficticio), técnica en cuidados auxiliares de enfermería que trabaja en una residencia pública de mayores, vive con sus padres y su hermana, de la que cuenta que es algo hipocondriaca. Su padre tiene leucemia y las defensas tan bajas que Ana, vive prácticamente confinada en su habitación por miedo a contagiarle. Ana sabe que a su padre le sería imposible hacer frente a este virus si entrara en casa.
María (nombre también ficticio), convive con sus padres de 98 años los dos. Su madre dependiente grado III y su padre dependiente de grado I. Su hermana, que vive fuera, ha tenido que venir a cuidarles ahora por las noches, cuando María trabaja, porque también es TCAE en el turno de noche en la misma residencia que Ana. Cada mañana, al volver a casa, teme llevar la muerte a sus padres.
Ambas se han puesto en contacto con UGT para saber si ellas podrían alojarse en alguno de los alojamientos que han ofrecido distintas empresas y particulares para el personal sanitario y que habían visto anunciado en los medios de comunicación, como sus compañeras de sanidad.
UGT ha explicado a la Agencia Madrileña de Atención Social la situación de estas trabajadoras solicitando el modo de proceder, para ellas y el resto de personal de la AMAS con estas necesidades.
Nuestra sorpresa e indignación ha sido monumental al obtener la respuesta por parte de este organismo, que nos comunica literalmente que “Lamentablemente en la Agencia no se contempla esta posibilidad. Hemos realizado gestiones para informarnos ante el SERMAS sobre la posibilidad de participar en este servicio de apoyo a los profesionales y la respuesta ha sido que es solo para trabajadores de hospitales y centros de salud”.